martes, 9 de febrero de 2021

Actividad 02 Religión, grado once. 1P

La condición social del ser humano.

Los seres humanos somos seres sociales. Necesitamos vivir juntos. Nacemos absolutamente indefensos y el período de crianza es muy largo, lo que crea lazos familiares muy profundos y responsabilidades recíprocas. Nacemos muy inmaduros y necesitamos aprender casi todo. Afortunadamente, tenemos una inteligencia con una capacidad asombrosa para asimilar conocimientos.

El lenguaje

La especie humana puede progresar, puede perfeccionarse mediante la educación, gracias a la cual adquirimos en muy pocos años lo que la humanidad tardó decenas de miles de años en conseguir. Por ejemplo, el lenguaje. Nuestros antepasados lejanos no hablaban. Pasaron muchas generaciones hasta que desarrollaron el lenguaje verbal. En cambio, un niño aprende a hablar en cuatro o cinco años.

El lenguaje es un componente esencial de la inteligencia y de la convivencia humana. El lenguaje es necesario para pensar y para comunicarnos. Conocemos todo lo que ha hecho la humanidad mediante las palabras. Por eso es tan importante leer. Los libros nos permiten aprovechar lo que otros han descubierto o pensado. 

La educación y el ser humano

Así pues, necesitamos la educación para humanizarnos. Emmanuel Kant, un gran filósofo, escribió:  

“La educación, la disciplina, nos permite pasar del estado animal al estado humano. Un animal es solo lo que su instinto le permite ser. La especie humana necesita la razón, está obligada a desarrollar, con su propio esfuerzo, todas las cualidades que pertenecen a la humanidad. Una generación tiene que educar la siguiente”.

Kant también se pronunció sobre los fines últimos de la educación: “No debemos educar a nuestros niños para el mundo que hay, sino para un mundo mejor, posible en el futuro, es decir, según la idea de humanidad y de su perfección”. Dicho con otras palabras, debemos educar para realizar el gran proyecto humano, el proyecto ético común de toda la humanidad.

Identidades propias y naturaleza común

El individuo no puede vivir solo, y las familias tampoco. Por eso inicialmente se agruparon en tribus o aldeas, para después construir poblados y ciudades y por último reinos, naciones y Estados. 

Pero cuando se conforman estos grupos, en muchos casos, se producen enfrentamientos con otros, pues tendemos a identificarnos con el grupo cultural al que pertenecemos (latinos, africanos, árabes, indios....) y a considerar opuestos a los demás, porque se nos olvida que todos tenemos una naturaleza común.

En el terreno político, ocurre algo parecido a lo que sucede en el deporte: ser parte de un equipo no nos parece suficiente. Tenemos que estar contra otro como si solo de esa manera pudiéramos afirmar nuestra personalidad, nuestra identidad, nuestra pertenencia, enfrentándonos a otros. Sin embargo no debemos olvidar que las diferencias son secundarias. Lo esencial es la humanidad compartida, la naturaleza común. Lo que nos une es mucho más importante que lo que nos diferencia. Por eso: somos ciudadanos de una localidad, de un país, pero al mismo tiempo somos ciudadanos del mundo.

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