jueves, 11 de febrero de 2021

Actividad 02 Religión, grado sexto. 1P

 Todos iguales en Dignidad

La ley de oro

La dignidad inviolable de la vida pertenece a todas las personas sin distinción. Esta igualdad fundamental es la que se define en la conocida como regla de oro de la moral y que el Evangelio recoge en la fórmula: "Traten a los demás como quieren que ellos les traten a ustedes".

Su formulación negativa dice: "No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti". La igualdad implica reciprocidad: a ti igual que a mí. En esta norma básica se fundamenta la moral, que permite las distinciones solo si se hacen en beneficio de los más débiles.                                                                                                                              

Comprometidos con la igualdad

La historia de la humanidad ha estado marcada y guiada por distinciones: ricos y pobres, nobles y plebeyos, esclavos y libres, indios y mestizos, blancos y negros, hombres y mujeres. En cambio el Evangelio invita a la superación de estas barreras hasta conseguir igual dignidad para todos los seres humanos.

Jesús propone amar a los enemigos y orar por los que persiguen, siguiendo el ejemplo de Dios que hace salir el sol sobre buenos y malos, y manda lluvia sobre justos e injustos. Una radicalidad a la que no estamos acostumbrados, pero que es fundamental.

Al final del capítulo tres de la carta a los Calatas, el apóstol Pablo funda la igualdad de todas las personas en la filiación común: todos somos hijos de Dios; y, por lo tanto, ya no hay distinción entre judío o no judío, entre esclavo o libre, entre varón o mujer, porque los bautizados son uno en Cristo Jesús.

Dignidad y derechos humanos

Los derechos humanos se presentan hoy como una de las vías de acceso a la dignidad de la persona como cauce necesario para su promoción en la sociedad y la instauración de la justicia y la paz en todos los niveles. La dignidad humana es la piedra angular de toda la Declaración de Derechos Humanos que comienza con estas palabras: "El reconocimiento de la dignidad inherente a todos los miembros de la familia humana y de sus derechos iguales e inalienables (propios) constituye el fundamento de la libertad, de la justicia y de la paz en el mundo".

En el origen de la actual Declaración Universal de Derechos Humanos (1948) encontramos ecos de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de 1776 y de la Constitución Francesa de 1789.

Tras emanciparse o independizarse de Inglaterra, Jefferson redactó la declaración estadounidense en la que podía leerse: "Consideramos evidentes por sí mismas las siguientes verdades: todos los hombres han sido creados iguales: el Creador les ha concedido ciertos derechos inalienables; entre estos derechos se cuentan la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Los gobiernos son establecidos entre los hombres para garantizar esos derechos y su justo poder emana del consentimiento de los gobernados".

Pocos años después, la Constitución Francesa redactó su propia declaración. En el artículo primero se dice: "Los hombres nacen y viven libres e iguales bajo las leyes".

Iglesia y derechos humanos

Los derechos humanos nacen de la cultura europea occidental, de indudable matriz cristiana. El cristianismo heredó del judaísmo la convicción de que el ser humano es imagen de Dios.

Los sumos pontífices han expresado en numerosas ocasiones el aprecio de la Iglesia por el gran valor de la Declaración de los Derechos Humanos.

El papa Juan XXIII, en una de sus encíclicas, la Pacem in terris, decía: "El bien común consiste hoy, casi exclusivamente, en la salvaguardia de los derechos y deberes de la persona humana".

Pablo VI se dirigió en 1965 a los miembros de las Naciones Unidas en estos términos: "Lo que vosotros proclamáis aquí son los derechos y los deberes fundamentales del hombre, su dignidad y libertad y, ante todo, la libertad religiosa".

Juan Pablo II se dirigió en dos ocasiones a la Asamblea General de las Naciones Unidas, en 1979 dijo: "El documento de la Declaración Universal de Derechos Humanos es una piedra central en el largo y difícil camino del género humano". En su segunda intervención, en 1995, recordó que "existen realmente unos derechos humanos universales, enraizados en la naturaleza de la persona, en los cuales se reflejan las exigencias objetivas e imprescindibles de una ley moral universal".

En el 60° aniversario de la Declaración Universal, el papa Benedicto XVI se dirigió a la Asamblea General de las Naciones Unidas con estas palabras: "Los derechos humanos son presentados cada vez más como el lenguaje común y el sustrato ético de las relaciones internacionales. Al mismo tiempo la universalidad, la indivisibilidad y la interdependencia de los derechos humanos sirven como garantía para la salvaguardia de la dignidad humana".

Derechos humanos y ética cristiana

Los derechos humanos tienen su raíz en la dignidad que toda persona tiene por ser imagen y semejanza de Dios.

Los cristianos no solo aceptan la Declaración Universal de Derechos Humanos sino que luchan para que se respete en todas las situaciones. La defensa de los Derechos Humanos forma parte de la misión de la Iglesia, el papa Benedicto XVI así lo afirmó en el Ángelus del domingo 7 de diciembre de 2008: "Para las poblaciones agotadas por la miseria y el hambre, para las multitudes de prófugos, para cuantos sufren graves y sistemáticas violaciones de sus derechos, la Iglesia se pone como centinela sobre el monte alto de la fe y anuncia: Aquí está vuestro Dios. Mirad: Dios, el Señor, llega con fuerza (Is 40,11)".

“Al hombre se le ha dado una altísima dignidad que tiene sus raíces en el vínculo íntimo que lo une a su creador; en el hombre se refleja la realidad misma de Dios”. Juan Pablo II.

martes, 9 de febrero de 2021

Actividad 02 Religión, grado once. 1P

La condición social del ser humano.

Los seres humanos somos seres sociales. Necesitamos vivir juntos. Nacemos absolutamente indefensos y el período de crianza es muy largo, lo que crea lazos familiares muy profundos y responsabilidades recíprocas. Nacemos muy inmaduros y necesitamos aprender casi todo. Afortunadamente, tenemos una inteligencia con una capacidad asombrosa para asimilar conocimientos.

El lenguaje

La especie humana puede progresar, puede perfeccionarse mediante la educación, gracias a la cual adquirimos en muy pocos años lo que la humanidad tardó decenas de miles de años en conseguir. Por ejemplo, el lenguaje. Nuestros antepasados lejanos no hablaban. Pasaron muchas generaciones hasta que desarrollaron el lenguaje verbal. En cambio, un niño aprende a hablar en cuatro o cinco años.

El lenguaje es un componente esencial de la inteligencia y de la convivencia humana. El lenguaje es necesario para pensar y para comunicarnos. Conocemos todo lo que ha hecho la humanidad mediante las palabras. Por eso es tan importante leer. Los libros nos permiten aprovechar lo que otros han descubierto o pensado. 

La educación y el ser humano

Así pues, necesitamos la educación para humanizarnos. Emmanuel Kant, un gran filósofo, escribió:  

“La educación, la disciplina, nos permite pasar del estado animal al estado humano. Un animal es solo lo que su instinto le permite ser. La especie humana necesita la razón, está obligada a desarrollar, con su propio esfuerzo, todas las cualidades que pertenecen a la humanidad. Una generación tiene que educar la siguiente”.

Kant también se pronunció sobre los fines últimos de la educación: “No debemos educar a nuestros niños para el mundo que hay, sino para un mundo mejor, posible en el futuro, es decir, según la idea de humanidad y de su perfección”. Dicho con otras palabras, debemos educar para realizar el gran proyecto humano, el proyecto ético común de toda la humanidad.

Identidades propias y naturaleza común

El individuo no puede vivir solo, y las familias tampoco. Por eso inicialmente se agruparon en tribus o aldeas, para después construir poblados y ciudades y por último reinos, naciones y Estados. 

Pero cuando se conforman estos grupos, en muchos casos, se producen enfrentamientos con otros, pues tendemos a identificarnos con el grupo cultural al que pertenecemos (latinos, africanos, árabes, indios....) y a considerar opuestos a los demás, porque se nos olvida que todos tenemos una naturaleza común.

En el terreno político, ocurre algo parecido a lo que sucede en el deporte: ser parte de un equipo no nos parece suficiente. Tenemos que estar contra otro como si solo de esa manera pudiéramos afirmar nuestra personalidad, nuestra identidad, nuestra pertenencia, enfrentándonos a otros. Sin embargo no debemos olvidar que las diferencias son secundarias. Lo esencial es la humanidad compartida, la naturaleza común. Lo que nos une es mucho más importante que lo que nos diferencia. Por eso: somos ciudadanos de una localidad, de un país, pero al mismo tiempo somos ciudadanos del mundo.

lunes, 8 de febrero de 2021

Actividad 02 Religión, grado séptimo. 1P

 Mi historia y influencia familiar.

¿Qué conozco de mi familia?

A veces en la familia, a esas personas que han estado tan cerca de nosotros en los primeros años de nuestra vida, pueden resultarnos desconocidas. Aquí tienes un cuestionario para que escribas algunos datos de la historia de tu familia.

 

 La Influencia familiar

Todos  recibimos la vida a través de nuestros padres y estos, a su vez, de los suyos. La familia cambia y evoluciona con sus etapas y dinámicas. Conocer nuestra historia familiar ayuda a conocernos. Dime cómo es tu familia y te diré cómo eres.

Conforme crecemos, vamos descubriendo más la realidad de nuestra propia familia. Cuando somos pequeños, a veces, determinadas personas de ella nos pueden deslumbrar o desilusionar, pero poco a poco vamos construyendo una idea más ajustada de lo que ha sido y es la familia.

Al mismo tiempo podemos descubrir que toda esa historia de nuestra familia puede tener más influencia en nosotros de lo que imaginamos. Corremos el peligro de pensar que hemos llegado a este mundo y que “somos totalmente nuevos”, que lo que existía antes no nos influye. Pero las cosas no son así. Todos nacemos dentro de determinadas tradiciones que, de una u otra manera, están presentes en nuestra vida personal.

Esto no es ni bueno, ni malo, simplemente es así. La vida no se reinventa con cada niño que nace, sino que esas nuevas vidas se incorporan a las costumbres y tradiciones de las personas que le rodean, y muy en especial a la vida y a las tradiciones de la familia.

 

jueves, 4 de febrero de 2021

Actividad 01 Religión, grado décimo.

 

EL PROYECTO DE VIDA

·        ¿Qué sentido tiene la vida para el joven de hoy?

·        ¿Para qué un proyecto de vida?

·        ¿Quién he sido? ¿Quién soy? 

·        ¿Quién quiero llegar a ser?

·        ¿Cómo construyo mi proyecto de vida?

 

Reflexionemos.

Lo que sigue a la muerte es tan problemático… Nada me hace sufrir tanto, nada me da tanto miedo como pensar en eso. ¿Será cierto que yo he vivido para desaparecer enseguida sin dejar huella? ¿Para que la hierba crezca inútil sobre mi tumba? Es escalofriante. ¿Cómo llegar a saber la verdad?

DOSTOIEVSKI, Los hermanos Karamazov.