miércoles, 11 de agosto de 2021

Actividad 05 Religión, grado sexto. 3P

 Jesús es verdadero hombre y verdadero Dios.


En Jesús, Dios decidió ser hombre con nosotros y para nosotros. Este es el acontecimiento decisivo de toda la historia. Dios quiso ser uno de los nuestros.

Semejante en todo a Nosotros.

Dios quiso ser hombre con todas sus consecuencias. Fue creciendo, como hombre, en edad y en madurez, descubriendo progresivamente lo que la vida le pedía.

Jesús supo lo que es gozar y sufrir, trabajar y luchar, amar y ser traicionado, esperar y desanimarse, ser tentado y vencer la tentación. Conoció la duda, el miedo, la búsqueda dolorosa de su propia misión, y la confianza suprema en Dios Padre.

También sufrió en su propia carne las consecuencias de la maldad de los hombres. Por eso afirmamos que en todo fue semejante a nosotros, excepto en el egoísmo del pecado.

Jesús revela quién es Dios.

Jesús es el rostro humano de Dios. Ese Dios al que nadie ha visto nunca, adquiere en Jesús un rostro humano y se deja ver. Quien ve a Jesús ve a Dios. Jesús es Dios mismo que se entrega voluntariamente a padecer para nuestra salvación.

A través de la vida de Jesús, de sus gestos, de su forma de actuar, de su muerte en la cruz, se descubre lo que Dios es para el ser humano, cómo se interesa por todas las personas y busca la salvación de todos.

Jesús revela el ser humano en plenitud.

En Cristo no solo se descubre quién es Dios. Jesús revela también qué es y cómo deben ser el hombre y la mujer. En Jesús encontramos un modelo de ser persona.

Jesús enseña a amar, a perdonar, a luchar por la justicia, a entregarse a una causa que merezca la pena, a compartir, a ser libres, a ponerse en manos de Dios.

María, la puerta por la que entró Dios al mundo.

Durante siglos, el pueblo de Israel deseó ardientemente la venida de un mesías. Y Dios escoge a María para realizar su promesa y hacerse “Dios con nosotros”.

En ella encuentra a la persona que acoge totalmente la venida de Dios en su corazón y en su cuerpo. El “sí” de María es como la puerta de entrada de Dios en nuestro mundo.

 

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