El diálogo con Dios.
Llamamos interioridad a ese lugar íntimo de la persona en el que sabemos que estamos con nosotros mismos. Cuando conocemos a una persona la vemos por fuera. Lo primero que captamos con nuestros ojos es su cuerpo, su apariencia externa.
En cambio para ver nuestro cuerpo y nuestra apariencia externa tenemos que mirarnos al espejo. Es decir, de las demás personas lo primero que percibimos es su aspecto externo, y sin embargo, de nosotros no.
Lo que nosotros captamos de nosotros mismos es, en primer lugar, el mundo de nuestros sentimientos, todo aquello que vivimos en nuestro interior.
Las personas somos una unidad. Nuestro cuerpo y nuestra apariencia externa no pueden ser el centro de nuestra vida, sino que tienen que estar al servicio de lo que queremos ser en nuestro interior.
El mundo de nuestro interior no es algo que unas personas tengan y otras no. La diferencia está en que hay personas que entran en su interior, se escuchan a sí mismas y establecen ese diálogo en el que descubren sus sentimientos, sus llamadas y donde van fortaleciendo sus valores y sus proyectos para la vida.
0 comentarios:
Publicar un comentario