viernes, 24 de julio de 2020

Actividad 03 Religión, grado noveno.

Autoridad moral de Jesús

“Maestro, ¿qué he de hacer yo de bueno para conseguir la vida eterna?”. Al joven que hace esta pregunta, Jesús responde primero invocando la necesidad de reconocer a Dios como “el único Bueno”, como el Bien por excelencia y como fuente de todo Bien. Luego Jesús le declara: “Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos”. (Mt 19,17) Y cita a su interlocutor los preceptos que se refieren al amor del prójimo: “no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás testimonio falso, honra a tu padre y a tu madre”. Finalmente, Jesús resume estos mandamientos de una manera positiva: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

Amor que procede desde el interior.

Amor a Dios y amor al prójimo son inseparables, son un único mandamiento. Pero ambos viven del amor que viene de Dios, que nos ha amado primero. Así, pues, no se trata ya de un mandamiento externo que nos impone lo imposible, sino de una experiencia de amor nacida desde dentro, un amor que por su propia naturaleza ha de ser ulteriormente comunicado a otros. El amor crece a través del amor. El amor es divino porque proviene de Dios y a Dios nos une y, mediante este proceso unificador, nos transforma en un Nosotros, que supera nuestras divisiones y nos convierte en una sola cosa, hasta que al final Dios sea todo para todos (cf. 1 Co 15,28).

Amor humano

Jesús es semejante a los hombres (Fil 2,7), no inventa el amor, asume el que encuentra en los seres humanos, hasta tal punto que lo vive con los sentimientos, luces y oscuridades de cualquier amor humano. Se alegra (Jn 15, 11), siente dolor y angustia (Mt 26, 37), experimenta tristeza (Mt 26, 37), llora (Jn11, 35), se alegra con sus apóstoles, se molesta con sus discípulos y con su familia (cf. Mc 3,20). Su amor humano lo vive con predilección por los más pobres y más abandonados, aquellos a quienes les falta más el amor vivido como respeto, como valoración y como personalización. Esta es la compasión de Jesús: se alegra con la alegría y se entristece con la tristeza del otro.

Amor que abraza a todos los hombres

El documento de Puebla en el número 192 dice que el amor de Jesús “abraza a todos los hombres, que privilegia a los pequeños, los débiles, los pobres. Que congrega e integra a todos en una fraternidad capaz de abrir la ruta de una nueva historia”. De acuerdo con este documento, Jesús ama a toda persona en su singularidad (amor universal de Jesús), pero no a todos lo mismo (cf. Jn 13,23). El amor a cada persona es la expresión concreta de su amor al Padre y a su proyecto, que es el Reino (amor exclusivo de Jesús).


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