El modelo patriarcal
La historia de los padres de Israel que se narra en la Biblia ocurrió hace más de 3500 años. La potencia mundial de aquel tiempo era Egipto. Ellos son unos pocos nómadas que viven en las riberas del Jordán y en las montañas de Canaán. Se dedican principalmente al pastoreo. Eran frecuentes los conflictos armados entre vecinos y, como consecuencia, los cautivos pasan a servir a los vencedores como esclavos. La familia era un clan alrededor de la figura masculina más anciana. En torno a él viven sus descendientes por línea masculina, con sus mujeres e hijos. Las hijas que se casaban se incorporaban a la familia del marido. Se incluían en la familia los siervos o esclavos. Junto con sus pocas posesiones y sus ganados solían emigrar de un sitio a otro en busca de buenos pastos.
Toda esta familia pasaba a manos del primogénito a la muer del patriarca. Esta importancia fue motivo de tensiones, rencillas y luchas internas para poder ocupar esa plaza.
Los motivos de la poligamia
En aquel tiempo se daba la posibilidad de tener varias mujeres, las esclavas eran consideradas una prolongación de sus amas. Por eso, cuando la mujer no podía dar hijos a su marido, le ofrecía a la esclava para que lo hiciera por ella. Este niño era recibido desde el parto como un miembro más, aunque en algunas ocasiones se crearan rivalidades y preferencias.
El número de mujeres estaba en relación con la riqueza. La mujer era vista, sobre todo, como madre de sus hijos. El nacimiento de los hijos (más que el de las hijas) era considerado una bendición de Dios que aseguraba mano de obra y brazos de defensa para toda la familia. Una prole numerosa garantizaba poder atender a un mayor número de cabezas de ganado y así aumenta la riqueza familiar. En caso de entrar en guerra con otras familias el número de hombres era muy importante para la victoria.
La evolución hacia la monogamia
La poligamia, como signo de poder, lo seguimos encontrando siglos más tarde entre los reyes de Israel. David y Salomón tuvieron numerosas mujeres y concubinas. Pero, con la caída de la monarquía y la vuelta del destierro, no se observa que los gobernantes tengan más de una mujer. En la época de Jesús no se contempla, ni siquiera para el rey Herodes.
El matrimonio único de un hombre y una mujer da más valor a la relación entre los esposos que a la función procreadora. Así, entendemos hoy, que lo que se comparte entre ellos no es ampliable a otras personas. El fin principal del matrimonio pasa a ser la felicidad integral de los esposos, que incluye la fecundidad.
Es significativo que, cuando se escriben los relatos del Génesis, el origen de la humanidad sea un hombre solo y una mujer sola, una pareja monógama.
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