¿CÓMO NACIÓ LA BIBLIA?
Fundamentación
Cuando se levanta un monumento en honor a una persona, nos preguntamos: ¿Por qué razón está allí? La respuesta de algunos podría ser: “Él luchó por la libertad, entregó su vida por nosotros” (énfasis en el hecho); otros podrían decir: “Nuestros abuelos y padres siempre nos recordaron sus obras” (tradición oral, recuerdo de las hazañas que mantienen “vivo” al personaje). Después de algún tiempo, y para que no se pierda el recuerdo dado por los abuelos, algunas personas han levantado un monumento recordatorio (testimonio permanente). Algo parecido sucedió con la Biblia:
El Hecho. En un primer momento sucedieron los acontecimientos, en los que actúan Dios, Jesús, el Espíritu Santo, algunas personas o comunidades. Por ejemplo, la lucha del pueblo por salir de la esclavitud de Egipto, la curación del ciego por parte de Jesús o los viajes misioneros de Pablo.
La Memoria. En un segundo momento las comunidades contaron y transmitieron esos acontecimientos a viva voz: “Recuerdo que Jesús nos dijo…”, “mi padre me enseñó que…”. Esas narraciones pasaban de persona a persona, de familia a familia, de comunidad a comunidad y lo hacían con fines catequéticos; es decir, para que la experiencia vivida o contada ayude al pueblo a crecer en la fe.
La Escritura. Y en un tercer momento algunos miembros del pueblo o de las comunidades recopilaron materiales sobre esos acontecimientos, los resumieron y los pusieron por escrito con el fin de no olvidarse de lo que habían recibido como herencia de fe.
A estos tres momentos los llamamos HECHO, MEMORIA y ESCRITURA. Dios y la inspiración de su Espíritu han estado siempre presentes en ellos. En efecto, Dios se ha ido revelando a hombres y mujeres para que descubran su proyecto de salvación en los acontecimientos que vivían y para que lo transmitan con fidelidad a todas las generaciones.
¿QUIÉNES ESCRIBIERON LA BIBLIA?
FUNDAMENTACIÓN
La Biblia es producto de una labor colectiva. En su composición participaron muchas personas: jefes, legisladores, sacerdotes, escribas, maestros, historiadores, profetas, sabios, poetas, evangelistas, apóstoles, catequistas, liturgos, padres y madres de familia... ¡Mucha gente!
Para que nos resulte más fácil recordar, podemos organizar a los autores de la Biblia por bloques de escritos, de la siguiente manera:
a). El Antiguo Testamento tiene tres grupos de escritores:
- Los historiadores: Se preocuparon más de escribir la historia del pueblo que de dar sus propios nombres. En la tarea de recopilación, revisión y escritura de las tradiciones recibidas recogieron muchos relatos de la memoria del pueblo y los fueron uniendo, completando o recortando de acuerdo a las necesidades.
- Los profetas: Casi no escribieron, sino que se dedicaron a predicar. Fueron sus seguidores quienes pusieron por escrito algunos detalles de la vida de ellos y del mensaje que comunicaron en nombre de Dios. Los escritos llevan el nombre del profeta porque los escritores lo respetaban y lo consideraban como su maestro.
- Los sabios: Fueron recopiladores de la sabiduría popular, de la reflexión sobre la vida cotidiana, de las oraciones que se usaban en la casa o en el templo. Para dar prestigio e interés a sus colecciones, pusieron como autores a personajes famosos, como David y Salomón (por ejemplo, Salmos de David, Sabiduría de Salomón).
b). El Nuevo Testamento: Por pertenecer a un periodo histórico más reciente, se da más valor al autor. En efecto, algunos libros tienen la indicación precisa del autor. Podemos clasificar a los autores del Nuevo Testamento en tres grupos:
- Los evangelistas: Son cuatro y ponen por escrito el testimonio de la vida y obra de Jesús. Ellos son: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. A ellos sumamos el libro de los Hechos de los Apóstoles, escrito también por Lucas.
- Los apóstoles: La referencia específica es a Pablo, quien escribió varias cartas a las comunidades. Otras cartas, escritas por sus discípulos, fueron atribuidas a él porque se inspiran en su pensamiento.
- Otros: Escribieron bajo el nombre de alguno de los apóstoles (Pedro, Santiago, Judas, Juan). A este recurso literario se le llama seudonimia.
Es el caso de las cartas Católicas y del Apocalipsis. Sus autores quisieron quedar en el anonimato.
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