Honra a tu padre y a tu madre.
La estructura del decálogo
Los diez mandamientos son las leyes más básicas de la convivencia de Israel. Fueron dados por Dios al pueblo en el monte Sinaí donde se estableció la alianza. Dios bendice y protege a los judíos y estos respetaban la Ley. Se escribieron en unas tablas de piedra. Estas tablas se conservaban en un cofre sagrado que era el signo de la presencia de Dios en medio de su pueblo.
Las primeras tres leyes se refieren a Dios, porque Él es lo primero y más importante: ámalo y respétalo À partir del cuarto mandamiento se refieren a los hombres y sus cosas. De esta segunda parte, el mandamiento primero y más importante se refiere a la familia: Honra tu padre y a tu madre para que vivas muchos años en la tierra que el Señor tu Dios te va dar.
A diferencia de la mayor parte de los otros mandamientos no es una prohibición (no matarás, no robarás.) sino un deber honra a tus padres. Añade además un motivo muy importante: para que vivas muchos años en la tierra prometida. Sin duda, es un mandamiento que resalta sobre los demás: el más importante para los hombres.
La autoridad de los padres
Nuestros padres nos dieron la vida. Papá y mamá, ambos, son el instrumento de Dios, Señor de la vida, para prolongar su creación. La vida humana pertenece a Dios, que nos la transmite por medio de ellos. Este hecho maravilloso, en sí, es suficiente para que en nuestros padres reconozcamos la mano de Dios y su presencia.
Honrar significa respetar siempre a nuestros mayores, incluso cuando pierden sus facultades por la edad o por enfermedad; implica también reconocer su autoridad, pues, dentro del orden familiar, gozan de superioridad respecto a sus hijos; finalmente quiere decir, guardar un afectuoso amor hacia quienes nos dieron el bien más precioso, la vida.
Los padres, por su parte, deben cuidar de sus hijos, darles una educación adecuada e iniciarlos en el conocimiento de Dios. Mediante el amor, los hijos responden con obediencia a las indicaciones de sus padres.
Este deber es imprescindible para mantener el orden en la sociedad, por eso el texto sagrado incluye el fin último de este mandato: prolongar la vida. Si los hijos no respetan a sus mayores, se puede perder el respeto hacia cualquier persona y no será posible convivir en armonía.
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