La mujer en tiempos de Jesús.
La sociedad palestina se
asemeja a algunas culturas rurales de corte patriarcal. La mujer dependía del
padre o del marido. De niña permanecía en el hogar. Hacia los doce años se le
buscaba un marido entre los parientes o conocidos. Pasaba de la autoridad del
padre a la del esposo al que estaba sometida: ayudaba en las tareas del campo y
se encargaba de los hijos y de la casa.
Cuando salía a la calle iba
cubierta y no se le podía hablar. En los juicios su palabra no era oída; en las
sinagogas era relegada a los últimos puestos.
Podía ser repudiada por
cometer adulterio, por mala conducta o por no cumplir sus tareas a gusto del
marido. Cocinar mal, tener un aspecto desagradable o roncar eran motivos
suficientes para echarla de la casa.
Los padres valoraban menos
tener una hija que un hijo. Para muchos las niñas eran una preocupación
constante y una amenaza a la imagen de la familia. No se valoraba su aporte a
la economía familiar; al contrario, se daba más importancia a la necesidad de
casarla y darle una dote.
¿Cómo
trató Jesús a las mujeres?
Los Evangelios nos presentan
la actitud y la conducta de Jesús como escandalosa. Fue criticado en su época
por el trato que dio a las mujeres. Por eso todos coinciden en señalar que es
un rasgo típico y auténtico de su vida.
Devuelve la dignidad a las
mujeres despreciadas. Él nunca juzgó negativamente a las mujeres mal vistas. En
esto, Jesús rompió las normas y costumbres de su época, pues habló con ellas,
las acogió y las perdonó. La samaritana, la mujer adúltera o la pecadora
pública son ejemplos de ello.
Jesús cura a mujeres y las
libera con sus milagros. En los Evangelios se narran milagros dirigidos a
ellas, como a la suegra de Pedro, a la mujer cananea, a la mujer encorvada.
Resucita a la hija de Jairo y al hijo de una viuda. Esta generosidad con ellas
tampoco fue bien entendida.
Permite que las mujeres le
sigan como discípulas. Tuvo un grupo femenino estable: María Magdalena, Juana,
María la de Santiago, Susana, etc. Ellas se encargaron de servir al grupo, pero
también se incorporaron a las enseñanzas de Jesús, como María, contra la
costumbre de los rabinos de su tiempo.
Las pone como ejemplo en las
parábolas. Su aprecio al mundo femenino lo hace sensible a los gestos y las
tareas de muchas mujeres y habla de ellas para referirse al Reino de Dios. La
mujer que mezcla el fermento en la masa, la que busca las monedas perdidas… la
generosidad de la pobre viuda... fueron ejemplo para sus discípulos.
Jesús, con su manera de comportarse, se convierte en modelo del trato que un hombre debe dar a las mujeres: con respeto, dignidad, reconocimiento. Este ejemplo sigue siendo válido en nuestros días.
Tomado del libro de religión de Sexto: Ver a Jesús, de la editorial SM.
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