Ahí tienes a tu madre.
Hacia el final de su vida pública, Jesús se va quedando cada vez más solo, ya no le acompañan las multitudes de otros tiempos; los apóstoles han huido por miedo… solo quedan algunas mujeres, el discípulo amado y María, su madre.
Como muchas madres,
que sufren ante las injusticias y la violencia que sus hijos padecen, ella es
una mujer fuerte, sostenida por la fe, que lo acompaña en silencio.
Dejar las cosas en buenas manos.
Jesús, desde la
cruz, ve quiénes lo acompañan: su madre y el apóstol Juan, quien según la
tradición es el discípulo amado pero que bien puede simbolizar a todo creyente
que lo acompaña en el dolor. Entonces hace un doble gesto: entrega el discípulo
a su madre y su madre al discípulo.
María, madre de los creyentes
El discípulo la recibió en su casa. Los creyentes de todos los tiempos tienen a María por madre y la reciben en su casa, es decir, la tienen presente en sus vidas.
El discípulo la
recibió en su casa. Los creyentes de todos los tiempos tienen a María por madre
y la reciben en su casa, es decir, la tienen presente en sus vidas. Como madre
de los creyentes, María:
- Como los relatos de la infancia se convierte en modelo de mujer de fe que medita la palabra de Dios y está atenta de su presencia.
- Como en la vida de Nazaret, acompaña a los creyentes en las labores humildes y sencillas de cada día y los sostiene con la paciencia y la constancia
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