Panorama de respuestas
Las respuestas a la pregunta por el sentido de la vida son múltiples y variadas, especialmente en nuestra sociedad actual. A continuación se intenta presentar un panorama general de las más importantes y representativas.
Actividad 01
El cómic de Romeu intenta resumir en algunas viñetas la evolución de Betty, personaje imaginario que puede representar diferentes formas de enfocar el sentido de la vida. Léelo y observa los detalles de cada una de las viñetas.
El
sentido de la vida existe y no tiene nada que ver con la charlatanería
Como dijo el psicoanalista
Erich Fromm, el sentido de la vida no es más que el acto de vivir en uno mismo.
Cómo experimentamos cada una de la horas y los días, de los meses y los años,
moldea el propósito de nuestra existencia. Y este, a su vez, es el responsable
de sentir plenitud. Muy filosófico. Pero es que además, tal y como avalan
numerosos estudios científicos, incide en nuestra salud. Hay muchos ejemplos:
la investigación dirigida por la psicóloga Mei-Chuan Wang, de la
Universidad de Memphis, en el que se dice que que ayuda a reducir el estrés y
las tendencias suicidas. O la coordinada por Patricia A. Boyle, del
Centro Rush para el alzhéimer de Chicago, que asegura que reduce la
incidencia de la enfermedad y el deterioro cognitivo leve en personas mayores.
Kim Erich, del departamento de Psicología de
la Universidad de Michigan, ha estudiado cómo disminuye el riesgo de infarto
en la tercera edad. E incluso favorece que un toxicómano pueda dejar sus
vicios, según los resultados obtenidos por investigadores del Centro de
Estudios sobre el Alcohol y la Adicción de la Universidad Brown de Providencia
(EE UU). Hace muchos, muchos años que la comunidad científica internacional
trabaja para ver hasta dónde el estado de la mente influye en el del cuerpo,
un pack indisoluble e hiperconectado. Una de las conclusiones
más sorprendentes: estar motivado influye hasta en los genes. Así lo
asegura Steve
Cole, profesor de Medicina y Psiquiatría de la Universidad de California en
Los Ángeles, quien, bajo la dirección de la profesora y psicóloga Barbara
Fredrickson, de la Universidad de Carolina del Norte, lleva años estudiando
cómo reaccionan nuestros genes ante el estrés y cómo sentirnos bien mentalmente
incide en el genoma
"Los placeres
hedonistas son como calorías vacías: no aportan nada. Todo indica que, a nivel
celular, respondemos positivamente a un bienestar psicológico basado en la
conexión y el propósito" (Barbara Frederickson, de la Universidad de
Carolina del Norte)
Para realizar el estudio, Cole
distinguió dos tipos de bienestar psicológico. Uno, vinculado a los
eudaimonistas, poseedores de una motivación que da sentido a su existencia; y
dos, el hedonista, que básicamente obtiene satisfacción de la constante
autogratificación, especialmente a través de la búsqueda y posesión del placer
material y físico. De forma inesperada –¿justicia poética o bioquímica?– Cole
descubrió que, mientras el perfil genético de los eudaimonistas es favorable a
las células del sistema inmune (potencia niveles bajos de inflamación y una
fuerte expresión de genes vinculados a anticuerpos), el hedonista se manifiesta
de forma contraria: alta inflamación y baja expresión de los genes antivirales
y anticuerpos. ¿Cómo puede ser si ambos grupos, en principio, mostraron un
mismo nivel de felicidad? Seguramente, opina Cole, la actitud de los primeros
les lleva a vivir con más tranquilidad, con todos los beneficios que esto
conlleva. Los hedonistas, en cambio, parece que viven con mucha más presión, lo
que les acarrea estrés. Y este, entre otros muchos perjuicios, puede dañar los
telómeros, los extremos de los cromosomas cuya función es evitar daños en el
ADN, haciendo que envejezcan antes. Los placeres hedonistas, concluye
Frederickson, son como calorías vacías que no aportan nada y no contribuyen a
beneficiarnos físicamente. “Todo indica que a nivel celular el cuerpo responde
positivamente al bienestar psicológico basado en el sentido de conexión y el
propósito”, resume.
Y usted… ¿qué tipo de
motivación tiene?
Aunque todos los indicios
científicos apuntan a que tener un propósito en la vida nos beneficia y mucho,
es evidente que no todo el mundo se apasiona por las mismas cosas, y que no
todas despiertan el mismo grado de pasión ni de bienestar. Según explica el
psicólogo Jonathan García-Allen, hay distintas maneras de clasificar las
motivaciones. Una es diferenciarlas entre extrínsecas e intrínsecas. “Las
primeras son externas al individuo y a la actividad que realiza. Por ejemplo,
alguien puede trabajar o estudiar mucho porque lo que le mueve es ganar dinero
o el reconocimiento social”, explica. En cambio, la intrínseca procede del
interior de la persona, la cual no espera ninguna recompensa externa. “Esto se
asocia a los deseos de autorrealización y de crecimiento personal. La
experimentan, entre otros, aquellos que trabajan para el bienestar de la
comunidad o que forman parte de un equipo deportivo”, observa. También hay
motivaciones positivas, en las que la propia actividad es la que genera un
estado de bienestar, y negativas que, de forma opuesta, espolean a las personas
a emprender una acción para evitar una consecuencia negativa, como puede ser un
despido, un fracaso, un castigo o una frustración. Una tercera clasificación
las ordena en base a aquello que las estimula: así, se habla de motivación por
logro (cuando el fin es el que mueve a la persona a vencer un desafío concreto
ante sí mismo), por competencia (si el detonante es ser considerado el mejor
realizando un determinado trabajo) y por afiliación (cuando la cooperación y el
trabajo en equipo son el principal estímulo).
Lo que importa, de fondo, es
comprender que todos nosotros somos susceptibles de sentirnos motivados. Así lo
cree el neurólogo y psiquiatra austríaco Viktor Frankl, quien sobrevivió
en varios campos de concentración nazis –donde perdió a sus padres y a su
mujer–. Una experiencia que le inspiró a escribir El hombre en busca de
sentido (Herder). En el libro cuenta, desde el punto de vista de un
psiquiatra, que cualquier persona en cualquier circunstancia, aunque sea de
sufrimiento extremo, puede aferrarse a una razón para vivir. En realidad no
importa lo que esperamos de la vida, decía, sino lo que la vida espera de
nosotros (por ejemplo, ayudar a los demás). Fruto de esas reflexiones creó un
tipo de psicoterapia, la logoterapia, basada en la idea de que la motivación
más importante del ser humano es precisamente esa: otorgar un sentido a la vida
en cualquier situación.
Tomado de: https://elpais.com/elpais/2017/05/11/buenavida/1494509669_387977.html
Realice un escrito en el que argumente por qué es importante tener un sentido de vida:
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